Otro año más se acabó la semana santa. Para un fotógrafo es un momento fantástico para capturar buenas imágenes, independientemente de credos, contradicciones o gustos. Ahora toca la revisión de lo hecho, la depuración previa y la reflexión. En mi caso, estas imágenes dormirán un tiempo, casi un año, antes de volver a verlas y seleccionarlas. Es una manera de distanciarme de ellas para apreciarlas con otros ojos.
Dejo una imagen tomada este domingo de resurrección en Iznate, pequeño pueblo de la Axarquía malagueña donde por segundo año nos encaminamos, atraidos por su mezcla de lo humano y lo divino y sobre todo, por el calor de su gente. Va por ellos.